Ya estábamos en último día del viaje express a la capital londinense, 16 de noviembre.
Rubén se levantó con el pie algo peor (desde el día en que llegué tenía molestias) pero tras desayunar en la cocina y preparar comida para llevarnos, salimos hacia Notting Hill, barrio situado en el oeste de Londres.
Justo al salir del metro está la tienda del televisivo chef británico Jamie Oliver y hacer una visita es interesante; puedes comprar artículos de menaje, hacer un curso de cocina para aficionados, picar algo recién hecho o comprar comida.
Si por algo se caracteriza Notting Hill es por las casitas de colores y por el conocido Mercado de Portobello. Se celebra todos los días excepto los domingos, aunque el día ideal para visitarlo es el sábado. Son tiendas pequeñas a ambos lados de la calle donde puedes comprar detalles a buen precio pero sobre todo antigüedades con precios de todo tipo.
Si continúas el paseo, llegas a la zona de casitas blancas que te recuerdan a la famosa película protagonizada por Julia Roberts y Hugh Grant.
Tras el paseo con una temperatura ideal para el mes de noviembre, tuvimos que hacer una parada en una farmacia y allí comenzó nuestro periplo de hospitales por Londres. Esta parte es más informativa por si te pasa algo y no tienes o no llevas la tarjeta sanitaria europea.
El farmacéutico nos facilitó un listado de Hospitales de Londres y nos indicó que fuéramos al St- Charles Hospital para que revisaran la infección del pie. Cogimos un bus y llegamos enseguida. Allí, para atendernos, nos pedía 100 libras así que decidimos barajar otras opciones. Ya en el metro, y buscando en el listado decidimos ir al St Bartolome Hospital porque tenía servicio de Urgencias y así aprovechábamos y veíamos esa zona. De camino nos encontramos con el Museo de William Wallace, que si vas con tiempo y te encanta la película Brave Hearth, es interesante visitarlo.
Eran ya las 15.00 horas y justo cerraban las urgencias, ¡que impotencia nos entró!, llevábamos casi tres cuartos de hora entre andar y metro para llegar hasta allí y no llegamos por unos minutos. No decaímos y decidimos comer la comida que habíamos preparado y continuar con algo de turismo para a última hora ir hacia otro hospital.
Cogimos el metro en Barbicam y nos dirigimos hacia Campden Town. Era como lo había imaginado pero a lo grande. Es una de las zonas más alternativas de Londres.
Por la calle principal las tiendas son más de estilo gótico pero en que te adentras en el mercado puedes encontrar múltiples y variados puestos. Da para perderte por allí medio día, y puedes aprovechar y picar algo en sus puestos de comida, variada y de distintas nacionalidades. Si pasas allí un día, puedes ver como van bajando los precios de los platos conforme se acerca la noche.
Nosotros nos tomamos un té por la zona y decidimos a que Hospital dirigirnos. Por lo que entendíamos del listado, no todos tenían servicio de urgencias y por la hora que era, nos decantamos por el Charing Cross Hospital, que pensamos estaría cerca de nuestra casa.
Llegar hasta allí nos costó un rato en metro y otro en autobús y a las 20.30 ya estábamos en la sala de espera. Le tomaron los datos, pero no le pidieron la tarjeta sanitaria europea ni ningún tipo de pago, así que genial.
El tiempo pasaba muy lento, pero la sala de espera estaba entretenida con todo tipo de situaciones, ninguna preocupante y alguna incluso surrealista. Sobre las 23.00 le llamaron a la primera consulta con un médico muy amable y gracioso. De allí, volvimos a la sala de espera y estuvimos hablando con una pareja de española y argentino. De vez en cuando llegaba gente ebria que los traía algún transeúnte, los pasaban los primeros y al rato salían ya andando por su propio pie… la noche nos dio para ver unos cuantos.
Tres horas después, pasó a la cura y le dieron las recetas correspondientes y… aquí comienza la odisea para volver a casa. Sin metro por la noche y sin conocer las líneas de autobús, la mejor opción era llamar a un taxi, ya que primero lo intentamos con Uber y no podía ser por que la tarjeta de crédito era española. No sabíamos a que distancia estábamos, google maps decía que a una hora, pero eran ya las 3 de la mañana y estábamos rendidos.
Ahora en 2019 esto no nos hubiera pasado porque Uber ya funciona con una tarjeta internacional. Descargas la app y la asocias a tu cuenta.
Desde el propio hospital, el médico simpático nos dijo que llamáramos desde el teléfono de la sala de espera y así lo hicimos. Nos decía que ahora venían, salíamos a la calle lloviendo, y no aparecía nadie. Así unas tres veces y con el reloj en nuestra contra, ya que en pocas horas salía el avión hacia Zaragoza.
En todo esto, una pareja de canarios se acercaron a preguntarnos y fueron nuestros salvadores. Ellos llevaban coche y vivían en Londres hacía muchos años. Se ofrecieron a acercarnos a una parada de taxis (de los no oficiales-baratos) que estaba por su camino y nos lo negoció.
Llegamos a casa rendidos, y muy agradecidos a esta pareja canaria (por si llegáis a leer estas líneas, ¡GRACIAS!); hicimos las maletas y a dormir unas horas que en un rato había que estar en Strattford para coger el bus hacia el aeropuerto y llegar al fin de la intensa y bonita escapada a la capital londinense.
Me quedo con las ganas de volver y poder visitar alguno de los múltiples museos de la ciudad.