CROACIA, EUROPA

De Dubrovnik a MOSTAR (tercer día)

Día 16 de agosto y a las 7.00 en pie, ducha y desayuno que a las 8.00 la agencia Atlas Travel nos recoge en la parada de bus «Magistrala 1» para ir a MOSTAR.

 Nos toca esperar unos 20 minutos pero antes de y media ya estamos en carretera. Nuestra guía, habla inglés y español así que genial para comprender mejor todo lo que nos va contando. Nos enseña a lo lejos el pueblo donde ella nació, Luca, a la orilla del Adriático, las murallas de Stone que ahora están más derruidas pero en su momento eran comparables a la muralla china y unos árboles plataneros milenarios que están a ras de carretera.
Durante el camino vamos a pasar por tres fronteras porque tras la guerra una pequeña zona quedo como parte de Bosnia. El pueblo se llama Neum y allí se hace una parada para café o hacer alguna compra a más bajo precio, el café sale a 1,10 €. Aceptan euros o kunas y las vistas son preciosas.
Continuamos, son unos 7 km y vuelves a entrar en Croacia.
A la izquierda dejamos lo que llaman «La Pequeña California» unas viñas y campos de naranjas, mandarinas, … La verdad que durante todo el trayecto las vistas son espectaculares, sobre todo si te pones en la parte izquierda del autobús.
Nuestra guía nos recoge los pasaportes o DNI y en la frontera estamos parados unos 12 minutos.
Ya en Bosnia, nos va explicando la cultura, las religiones, la política actual… Triste, interesante y complejo como ha quedado el país tras la guerra, claramente muy reciente todavía.
A media mañana llegamos a las cascadas Kravica y a los 38€ que habíamos abonado añadimos 2 € para entrar. Nos pilla de sorpresa, pero son cosas en la que te pillan la vuelta.
Merece la pena verlas y darte un baño.

Aquí estamos 1 hora aproximadamente y vuelta al bus.
Ya en el bus seguimos con la Historia. Mostar es la ciudad más calurosa de Europa, llegando a alcanzar en verano los 53 grados. A nosotras nos ha tocado un día caluroso, pero no tanto, unos 35 grados.
Ya en Bosnia nos enseña un bar que te recomienda que tiene unas vistas al puente privilegiadas y, luego cada uno se va por libre durante 2 horas y media.
 
La ciudad se divide en dos lados: Oeste, lado católico y Oriente, lado musulmán. Los separa el río Neretva y los une el Puente de Mostar, que los que tenemos familia militar sabemos que ayudamos en   su defensa y posterior reconstrucción por organizaciones de rescate del Patrimonio  después de la fatídica guerra aquí sufrida.
En 2005 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Desde luego, un puente emblemático y una ciudad ejemplo de convivencia.
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Para recorrer esta zona es inevitable pasar por los chiringuitos que venden productos típicos Bosnios con mucha reminiscencia Otomana, aunque decir que dan un toque al recorrido y puedes comprar algún detalle bastante chulo.
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Tras muchas fotos, comimos en la parte musulmana y recordar no pedir allí cerveza porque no venden alcohol.
Pedimos un plato que parecía típico «Cevapi» que son salchichas, con cebolla cruda y una especie de pan en forma de tortita y para mi, ensalada de tomate por qué no me quedó claro si llevaba gluten o no.
Después fuimos a ver la mezquita Koskin-Mehmed Pasha´s Mosque.
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Cuesta 2,5 € la entrada o 5 € y si quieres subir al minarete. Las vistas, espectaculares. Desde arriba ves una buena panorámica de la ciudad y el puente a lo lejos, casas destruidas por la guerra, algunos cementerios…
El camino de vuelta a Dubrovnik es una pasada por todo lo que vas viendo, ahora al ir sentadas a la derecha vemos todo lo que antes no y el final del trayecto, atardeciendo, es fabuloso.
Pensamos que hacerlo en el día igual era pesado, pero ha resultado buena la experiencia. Quizás en Mostar habría que estar una hora más para ir más relajado, pero sin duda si estas por Croacia, hay que visitar Mostar.
El autobús nos deja las primeras y ya nos vamos a la ducha y salimos a dar un último paseo por Dubrovnik y a cenar.
Nos habían recomendado un bar en el puerto, el «Lokanda Pescarija» y allí fuimos.
Pedimos mejillones, chipirones, ostras y ensalada de pulpo, todo sin gluten. No es que sea un bar especifico sin gluten pero hay opciones en la carta. Todo buenísimo con una copa de vino blanco por unos 45 € las tres.
Estas cenando en el mismo puerto en un ambiente muy relajado y con muy buen servicio.
De aquí fuimos a callejear y encontramos un agujero en la muralla que te lleva a un bar , el Buza situado en la ladera de la muralla sobre la rocas, una pasada de lugar.
 
Estuvimos un rato y, ya subimos hacia casa, escalón a escalón, que ya somos unas profesionales. Charradeta, algo de redes sociales y a dormir, que mañana nos vamos a Split.

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