Las vamos recorriendo todas, y todas tienen algo que no te deja indiferente. La última impresiona mucho, hay un buda gigante intacto. Esta visita merece mucho la pena.
Muchas familias nos siguen haciendo fotos, nos dan la mano, nos hacen coger a sus hijos… lo comentamos con otras chicas de Madrid que llevan pocos días en India y alucinan.
La familia al completo, la verdad que son una gente encantadora, mirar Silvia con el nene en brazos.
Para volver a coger el tren nocturno y cenar, cogemos un taxi-jeep. Nos montamos los cinco pero enseguida nos damos cuenta de que no vamos a ser los únicos.
El conductor va parando y allí no para de subir gente.
Primero entran dos chicos; al poco un padre y su niña (una monada que llora llamando a mama); a los 3 minutos llega su mamá y su tía, las dos vestidas de negro tipo burka. Los cuatro van delante con el conductor, increíble pero cierto.
Nosotras seguimos en medio, algo pretas pero bien.
Atrás nos queda Mariano con los dos chicos. Pero no, aun caben más y acaban subiendo, un abuelo algo peculiar, y dos chicas más.
Total, 15 personas con el conductor, que no se diga que no aprovechan el espacio.
Aquí la prueba en video:
Una vez en el centro de Aurangabad, unos a comprar y buscar Internet y otros a echar café.
Yo como quiero Internet, que ya llevo dos días sin poder comunicarme, acabo entrando a una tienda donde me dejan usar su ordenador, ya que no hay cyber por la zona.
Mientras el resto están en una cafetería con un café expreso espectacular. También se piden un Brownie, que lleva chocolate caliente derretido, huele que alimenta y lo pruebo hasta yo, a pesar del Gluten. Está buenísimo…..
Tras este momento dulce, compramos cubos de queso, chocolate y pan, cogemos un tuc tuc que será el mejor de todo el viaje, muy espacioso… y a la estación.
Hoy viajamos en 3ª AC y Estela en 2ª AC, que es donde tendría que ir yo, pero como es un amor me lo cambia. Nos cambiamos los pasaportes por si acaso. A Estela le va muy bien, le toca con una familia muy maja.
Al llegar le cambia el sitio a una chica que acaba de ser mama y a partir de ahí todos le dan las gracias por su buena obra, la tapan, la cuidan… como una princesa.
En nuestro vagón es diferente. Laura y Mariano, como ya es tradición tienen sus sitios ocupados. Tras varios intentos, consiguen que dejen las camas libres pero al no tener asiento, se quedan en el mismo camarote sentados, cara con cara con Laura, así que entre eso y que no paran de hablar y encender las luces, Laura no pega ojo… rememorando el tren de la noche anterior.