Tras una hora de vuelo desde Penang, llegamos al aeropuerto de Kuala Lumpur. Pensábamos ir al centro en el KLIA Express, pero cuando nos dijeron que costaba 100 RM cada una, hicimos cuentas y pensamos en preguntar el precio de un taxi. Al ser 3 personas nos salía mejor el taxi y encima nos dejaba en la puerta del apartamento, así que, no lo dudamos. Nos cobra 130 RM, que son 28 €.
El apartamento está en un edificio en el que también hay hotel, así que para localizar al dueño nos permitieron llamarle desde la recepción. Tras varios intentos, llegó y subimos.
El apartamento KL Short Stay @D´Majestic Place es precioso y con vistas (en la distancia) a las Petronas. Por dos noches pagamos 95 € entre las tres y aún nos quedaba por ver lo mejor. Arriba tiene una piscina ALUCINANTE y si vas con tiempo, junto a la piscina hay un gimnasio acristalado, pequeño pero suficiente para no perder la forma.
Una vez dejamos las maletas, salimos hacia el monorrail que comunica distintas zonas de la ciudad.
La estación que hay cerca del apartamento es Pudu, saliendo a la izquierda unos 10 minutos andando por la misma calle del apartamento y luego entras a la derecha a una bocacalle. Ticket para tres 7,20 RM.
Nuestra primera parada fue a Little India. Es una calle en la que los restaurantes y comercios son todo hindu, pero quizás esperábamos algo más. El ambiente si que te transporta un poquito a India si has estado allí.
De aquí volvimos al monorail dirección a las famosas Torres Petronas, queríamos ver el atardecer allí. Parada de monorrail: KLCC
Al salir preguntamos a una chica y nos dijo que justo al final de esa calle se cogía un autobús que te dejaba en las torres, pero como realmente las estábamos viendo a la izquierda, rodeamos la manzana de edificios, corrimos un poco y por fin estábamos a los pies de las imponentes Torres Petronas diseñadas por el arquitecto argentino César Pelli.
Para pasar al otro lado, donde se encuentra un estanque y un parque, tienes que cruzar por dentro del centro comercial que está bajo las torres.
Fuimos hacia el puente que se encuentra en frente para hacernos unas fotos y enseguida un chico nos ofreció un objetivo de ojo de pez para poner en el móvil. Regateando lo sacamos por 15 RM y el chico muy legal porque no tenia cambio, se llevó mi billete de 50 y me trajo las vueltas.
Puedes subir al puente que las une, el Skybridge, que esta a 170 metros de altura, pero quizás tengas que reservarlo con tiempo o madrugar ya que se permiten 1000 personas al día.
A las 20:00 todos los días hay un espectáculo de luces y música en el lago del mismo parque.
Si os habéis dado cuenta, no hemos parado a comer. Las chicas han comido algo en el Starbucks del aeropuerto, pero yo voy con un poco de fruta y frutos secos en el cuerpo, así que en que acaba el espectáculo volvemos a una calle que hemos visto con varios restaurantes. Nos sentamos en el Restaurante coctelería Gravy Baby, en la carta ofrecen pasta, ensaladas, sándwich, pizza, nachos, carne… Yo tomé una ensalada bastante completa de atún, a 22 RM (4,70 €). El precio del restaurante es medio, pero el ambiente, la zona y la amabilidad de sus camareros lo merece.
En cuanto acabamos, salimos y cogimos un taxi directas al apartamento, queríamos pegarnos un baño en la piscina y cierra a las 22:00 horas. Llegamos a las 21:45 así que nos pusimos el biquini y cogimos el ascensor. Nos dio tiempo a un baño de menos de 5 minutos ya que el chico de seguridad nos dijo muy amablemente que teníamos que salir. La temperatura era ideal así que nos quedamos en la tumbonas charlando un rato y haciendo alguna foto nocturna.
*La piscina la cierran a esa hora porque está permitido beber en la zona de hamacas y en unas mesas que hay, y no tienen socorrista que soluciones posibles incidentes. Una pena, pero tiene sentido. La gente que estábamos allí, que no éramos muchos no estábamos bebiendo, pero las normas son las normas.
A la mañana siguiente, compramos algo para desayunar en el Seven Eleven que hay justo al lado del apartamento. Lo principal, unos cafés de lata Nescafé y algo de picar.
El plan era ir a las Batu Caves y habíamos leído que se podía llegar con el monorail. Cogimos los ticket en la máquina, 1,80 RM para hacer el trayecto según nos explicó un señor, pero en un cambio de línea, el tren estaba cortado por obras y se nos empezó a complicar. Volvimos al tren y fuimos hasta Sentul y allí no vimos el bus que te lleva a las cuevas así que acabamos cogiendo un taxi, que nos costó 19 RM, (4 €).
Lo mejor es ir en taxi directamente o ir hasta KL Sentral y desde allí, ya va la línea directa.
La llegada impacta por la majestuosidad de la estatua del dios guerrero Murugan, hijo de Shiva y Parvati. La explanada que precede a la subida a la cueva está llena en su mayoría de personas de religión hindu, con sus bonitos saris. Estas cuevas son lugar de peregrinación constante ya que es uno de los templos hindu más importantes fuera de India. Estuvimos haciendo alguna que otra foto y ya nos acercamos a la entrada.
Si llevas pantalón corto como nosotras te facilitan un pareo para cubrir las piernas y pagas 3 RM que a la salida te devuelven. La escalinata consta de 272 escalones y, la verdad que los monos cogiendo toda la comida que pueden a los turistas, te hacen la subida bastante amena. No son monos agresivos como he podido ver en otros lugares, pero si son muy avispados. A una niña le quitó el chupa chups en 2 segundos.
La cueva principal conocida como la Catedral es gratuita y bastante impresionante. Tiene algunas grietas en lo alto por donde entran los rayos de sol que dan un ambiente ciertamente místico al lugar. A pesar de la cantidad de turista que hay no sientes agobio en ella ya que tiene una altura de unos 100 metros y la cueva consta de dos alturas.
Hay distintas estatuas de dioses hindúes repartidos por la cueva y, quizás, lo más interesante después de la estatua del dios Marugán diría que es observar como las familias viven su religión, hacen sus rituales y sobre todo lo alegres y amables que son. Algunos de ellos se acercaron a hablarnos e incluso nos pidieron alguna foto. Coincidió que una de las familias eran de Bangalore y, mi amiga Adriana ha estado viviendo allí una temporada. Fue un momento muy bonito, la verdad.
Os comparto aquí su blog donde cuenta sus vivencias y viajes por India, otra forma de vivir las maravillas de, como ya sabéis, mi país favorito.
Fuimos saliendo de la cueva y bajando las escaleras entre monos que corretean por las barandillas y escalones (nada peligrosos de verdad). Muchos parece que están posando para que les hagas fotos y, aunque es verdad que hace ilusión llevarte ese recuerdo, quizás nos pasamos haciéndoles fotos.
Una vez abajo, fuimos a comprar agua fresca porque el calor aquí es bastante intenso y solo estamos en mayo. Hay otras dos cuevas más para visitar pero estas ya de pago. Nosotras nos fuimos hacia el monorail para ir a comprar a un supermercado al lado del apartamento y comer algo rápido allí para así disfrutar un rato de la piscina. El ticket hasta Sentul nos costó 6,9 RM (1,47 €) y allí cogimos taxi hasta el apartamento. Justo son las elecciones generales en Malasia y cada taxista que cogemos nos cuenta su visión.
La piscina, como veis, es una pasada.
Ya refrescadas y relajadas, volvimos al centro, esta vez en taxi porque queríamos llegar a la Masjid Jamek. El horario de visita es de sábado a jueves, de 8:00 a 12:30 y de 14:30 a 16:00 horas y ¿sabéis a que hora llegamos? pues faltaban dos minutos para las 16:00 y el señor de la puerta nos indicó muy amablemente que podíamos volver mañana. Intentamos que nos dejara pero no, así que bueno, una excusa para volver a Kuala Lumpur.
Justo detrás está la Plaza Merdaka con el edificio del Sultán Abdul Samal.
Entrada a la City Gallery
Andando un poco llegas al Central Market, donde puedes hacer unas compras, tomar un helado y coger un poco de aire, que en la calle pega el sol pero bien.
En esta zona también está el Jalan Petaling, el barrio chino donde también puedes hacer algunas compras. Nosotras que actualmente estamos viviendo en China, lo pasamos un poco rápido, no nos pareció muy bonita esta calle.
A pocas calles puedes ver el templo hindú Sri Mahamariamma
Nos apetecía coger el bus rosa que es gratuito, con wifi y te lleva por distintos puntos turístico. Nos bajamos en Bukit Bintag, zona de centros comerciales, restaurantes y pubs por excelencia de la ciudad.
Fuimos a curiosear el centro Comercial Pavillon, porque comprar allí no es apto para nuestros bolsillos, callejeamos, vimos una actuación de un chico con su guitarra y ya nos fuimos a buscar un restaurante que le habían recomendado a Adriana y quería celebrar su cumpleaños allí.
El restaurante se llama OPIUM y la verdad que es recomendable 100%. El local tiene un ambiente tranquilo y de estilo oriental. Le preguntamos al camarero si había platos especiales para celiacos y en seguida me explico que podía comer de la carta. Me decanté por un plato de pato al que le añaden verduras y arroz que estaba espectacular. Es muy de agradecer cuando explicas que necesitas comer sin gluten y el camarero sabe lo que es y te explica cada plato con detalle.
Acompañamos la cena con un vino blanco delicioso
Le dije al chico que si tenían algo para traerle de sorpresa por el cumpleaños y me dijo que si. A los diez minutos, aparecieron todos los camareros cantando el cumpleaños feliz, con música de fondo y un pastel para que soplara unas velas. Un fin de cena muy asiático.
En la misma calle hay bastantes bares para echar copas y justo uno ponía música latina todo el rato así que allí que nos fuimos a echar unos bailes y hacernos fotos con unas amigas indonesias que nos hicimos que solo querían que fotos con nosotras.
A la mañana siguiente nos levantamos algo tarde y nos hicimos un buen desayuno con tortilla, jamón a la plancha y fruta. Ya dejábamos el apartamento porque a las 17:35 salía nuestro vuelo de vuelta a Hangzhou. Decidimos llevarnos las maletas porque solo íbamos a ir a la zona de las Petronas, comer por allí y ya ir hacia el aeropuerto.
Comimos en el DOME con vistas al parque, unos sándwich y yo ensalada de pollo por 45 RM en total. A las 14:30 habíamos quedado con un taxista para que nos llevara al aeropuerto y si, el señor allí estaba, puntual y contentísimo con el ganador de las elecciones, un presidente que ya estuvo en el poder y ahora vuelve a sus 92 años.
Como fin de nuestro mini viaje decir que me estoy enganchando a los viajes improvisados y que, lo poco que hemos podido ver en cuatro días, Penang y Kuala Lumpur nos ha sorprendido y dejado con ganas de volver para conocer otros rincones de Malasia, donde la gente es amable y risueña.